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Procrastinando ando.

Procrastinar es despilfarrar dinero.  

En los negocios, cuenta la rentabilidad, ergo el dinero y si el dinero es esencial, el tiempo en que se genera, también. Por eso, escuchamos desde que somos chicos que el tiempo es oro. Entonces, si perdemos tiempo, perdemos dinero. Si procrastinamos, postergamos el dinero. Si postergamos el dinero, creamos un paradigma defectuoso para la empresa y tu gestión se ve poseíada por el postergator, criatura temida que, día a día, te aleja de tu mejor versión y te lleva a los pisos más bajos del mundo empresarial. 

Tener una empresa y procrastinar es como tener querer ser vegano y comer carne. Es simple, cada vez que procrastinas está tirando dinero por la ventana y dando ese pedazo de tiempo a tu competencia. Procrastinar es hacer la plancha en arenas movedizas

La mejor manera de no procrastinar es no procrastinando. 

Existe una realidad contundente, procrastinar porque podés.

Entonces el primer ajuste de tuercas para dejar procrastinar es no darte espacio para hacerlo. Ësto no solucionará el tema, pero es el comienzo. La procrastinación es un hábito no efectivo y desandar un hábito es una tarea desafiante, porque está arraigado. 

El segundo paso es observarte en las situaciones que solés procrastinar.

Y el tercero es aplicar el nuevo hábito: la no procrastinación es la impecabilidad.

En la pirámide vemos como la base son los hábitos y por encima de ellos, tenemos a todos los tips para dejar de procrastinar y hacer mejor gestión del tiempo. Entonces, lo fundamental es desandar ese hábito tan nocivo para tu gestión y así aspirar a tener resultados sostenibles en el tiempo. Porque todo resultado que se base en un hábito, este se sostiene. Si solo apuntamos a las acción que nos recomiendan los tips es resultado es variable o incierto. Puede que ocurra como que no, lo seguro es que no lo sostendremos.

También es importante destacar, como nuestra el siguiente cuadro que para elevar significativamente tu gestión tendrás que hacer un potente diseño del ser, tu ser. Y acá, la cosa no se pone metafísica, acá seguimos hablando de hábitos, porque tu forma de ser no es más que un conjunto de ellos. Tu gestión es un conjunto de hábitos. Con todo esto vale aclarar que los cambios son mejoras del paradigma actual, para dejar de procrastinar tener que transformar tu gestión, construyendo un nuevo paradigma de efectividad.

Es importante medir tu gestión y como salpica a tus equipos de trabajo.

Todo lo que estaba bien, estará más o menos y lo que estaba más o menos pasará a estar mal. Eso es elevar un estándar y así deberás aplicar el nuevo paradigma de efectividad para transformar tu gestión y tu empresa. Escribí más arriba que procrastina el que puede y el cambio cultural es no dar ni un espacio chiquito para eso. Tres pilares fundamentales de la transformación son 

1) la disciplina

2) la rigurosidad

3) la reinteración para fijar el nuevo hábtio.

De esta manera sembramos una transformación cultural y hacés germinar equipo de alta perfomance, empoderados y que tiene como meta la impecabilidad. No hay camino posible en hacer más de lo mismo, si queremos llegar a lugares donde nunca llegamos, deberemos hacer cosas que nunca hicimos, pero fundamentalmente deberemos hacer crecer nuestro know how, incorporar nueva información, conocimiento, nuevos hábitos y desandar los no efectivos. Así, en tu gestión y en cada una de las personas de tu equipo, no hay crecimiento colectivo, sin evolución individual. Es uno por uno, empezando por vos. La transformación es de arriba para abajo-

¿Qué dice la inteligencia artificial sobre la procrastinación?

Le pregunté al chat GPT sobre la procrastinación y me contestó ésto: «la procrastinación a menudo se debe a la falta de motivación o la falta de claridad sobre las tareas. Por lo tanto, los gerentes deben asegurarse de que los miembros del equipo estén motivados y tengan una comprensión clara de lo que se espera de ellos. Es importante recordar que la procrastinación puede afectar negativamente el rendimiento del equipo, así como la moral y la salud mental de los miembros del equipo. Por lo tanto, es fundamental que los gerentes estén al tanto de los signos de procrastinación y tomen medidas para evitarla.»

Es interesante la respuesta, la falta de claridad es recurrente. también los roles no claros. Esto nos aleja de la efectividad y en definitiva la procrastinación es el resultado de procesos y dinámicas no efectivos. La motivación es un vicio de los equipos de trabajo, la motivación se basa en el principio de la zanahoria. Para que exista un resultado motivo al equipo con una zanahoria para que se nueva. El problema es que como si fuera una droga que impacta de lleno en el sistema nervioso central de la cultura de la empresa, para que la próxima vez funcione, la zanahoria tiene que ser más grande. El gran referente del paradigma de la zanahoria es el presentismo. Tener que pagar un extra para motivar a los empleados a que cumplan el horario es un disparate. Eso lo cubre el sueldo. 

Lo que debe tener cada persona de la empresa, vos incluída es compromiso. Porque la empresa es una red de compromisos. Si se honrar los compromisos, muere la procrastinación. Si reinar las excusas, la procrastinación se expande a pasos agigantados.

¿Estoy en estado de agotamiento, es una excusa válida para procrastinar?

Sí. Pero, la impecabilidad se ve afectada igual. El agotamiento es que otra dinámica no está funcionando bien. Tu cabeza es tu mayor tesoro en el mundo de los negocios, entonces debés cuidarla y dar el descanso merecido. Pero, de manera cotidiana. Imaginemos, por un momento, que trataras a tu cuerpo como lo hacés con tu cabeza, imaginemos que sos un atleta de alta competencia. Imaginemos que entrenás y competís todos los días, ¿cuál sería el resultado?: tu cuerpo sufre fatiga muscular y debés hacer reposo. Para que la lucidez no quede sepultada detrás de capas y capas de agotamiento, tenés que parar la cabeza y distraerte, tanto durante la jordana laboral, como antes y luego de ella. Pero, distraerte es cortar. No dar espacio alguno a pensamientos que tengan que ver con la gestión, así al regresar estás fresco y lúcido. Claro que ésto es de las tareas más complejas, la cabeza sigue enganchada hasta cuando dormimos. Entonces, para que el paradigma de efectividad evolucione, debés enfrentar este desafío. 

Las promesas no cumplidas son procrastinación grave.

Cada vez que una promesa no se cumple, se daña la red de compromisos que es la empresa Cada vez que una promesa no se cumple, se daña la confianza, elemento esencial en cualquier tipo de relación laboral. Cada vez que no se cumple una promesa estás disparando al corazón emocional de la empresa. Y si las promesas no cumplidas abundan es imposible la transformación, la evolución y la construcción de un equipo de alta performance. Es preciso proporcionar a los equipo los recursos necesarios para completar sus tareas. Sean herramientas o tecnologías específicas, así como el tiempo y el espacio necesario para realizar la tarea.
Para crear el nuevo paradigma de efectividad, hay mucho trabajo por delante y ese trabajo empieza hoy, empieza ya.

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¿Emociones productivas?

La gestión emocional en los negocios.

Tiempo después, un par de años quizá y ya estudiando coaching ontológico, llegó a mis manos el libro de Daniel Goleman “Inteligencia emocional” y ahí cambié mi mirada, me pareció muy interesante.

Hoy, 20 años después tengo una creencia esencial en mi trabajo como coach y consultor:

La diferencia en una organización la hace la gestión de lo intangible.

Qué quiero decir con esto, que los procesos más sensibles para la vida de una empresa no los podemos poner sobre una mesa. Por ejemplo: la comunicación. Y hablo de la comunicación entre las personas que la forma entre sí y entre jerarquías. Es un intangible. En la que entiendo todos estamos de acuerdo que la comunicación es un activo fundamental en una empresa que pretende ser rentable, crecer, evolucionar, franquiciar, vender más, facturar y facturar y facturar hasta llegar manejar todo con un control desde abajo de una palmera y merendemos con bitcoins con dulce de leche?. Bueno, aquí tenemos una parte esencial de la empresa: la comunicación. Comunicación que puede variar según el estado emocional de las personas, equipos, sectores, regiones, etc.

Las emociones son parte permanente de las empresas. De todas las empresas.

De todas las organizaciones. De todos los equipos. De todos los grupos. Todas las personas relacionadas entre sí por un objetivo grupal forman parte de un ecosistema emocional.

Son parte de una emocionalidad base. Que es la emoción recurrente que transitan cada día.

La empresa verticalista basa su acción en el miedo.

La empresa tradicional, la empresa verticalista, base su eficiencia en generar una emocionalidad base negativa: el miedo. Ningún puesto está garantizado. De acá puede volar cualquiera y en cualquier momento. Son palabras que salen de las bocas y mentes verticalistas. Es crear una cultura laboral forjada en el hecho que el empleado tiene que estar agradecido del puesto que le está dando el patrón. Y lejos del manifiesto político, yo lo que quiero decir que eso no es cultura productiva. También, quiero aclarar que este modelo que gestión es transparente a la mayoría. Ocurre no porque exista maldad en sus dueños.

Esto ocurre así desde siempre. Es un paradigma militar. Y me parece óptimo para el ejército y la cocina profesional. En la guerra y en servicio no hay tiempo para reflexionar. Es tiempo neto de acción. Para el resto de los sectores productivos creo que es antiproductivo.

Trabajo como consultor de pymes desde hace 23 años y el escenario que veo frecuentemente en es una cabeza de empresa, su dueñ@, que hizo crecer a la empresa, muchas veces de la nada misma. Todo pasa por esa cabeza. Desde pensar esenarios futuros, solucionar problemas coyunturales, hacer negocios nuevos, pero también piensa

si el baño de empleados tiene papel. Nadie toma una decisión sin consultar a la cabeza.

Una vez, en un coaching, la persona coacheada me describía la escala jerárquica que lideraba y le dije: estás equivocad@, en realidad es así. Y dibujé en un papel lo que yo entendía que era la empresa, todo cargaba sobre sus espaldas.

Pensemos en la emocionalidad de ese líder. Pensemos en la emocionalidad de ese equipo que no tiene poder de expansión individual, ni colectivo porque todo para por esa cabeza.

Las emociones están siempre. Y son un filtro a la hora de relacionarnos, de mirar el futuro, las oportunidades del mercado, la lista podría ser muy larga. Entonces pregunto: no son demasiadas variables las variables intangibles de la empresa como para dejarlas fuera de los planes comerciales? Podemos aumentar la productividad mejorando el clima emocional de la organización. La calidad de vida laboral mejora la productividad. Esto no es hippie, ni zen. Es una simple ecuación productiva. Una empresa que dependiente de su líder no es un campo fértil para que las personas expandan su capacidad. La alquimia individuo grupal se apaga. Y en los genes de una empresa sana productivamente el ecosistema que la forma tiene que ser herramienta para la evolución personal y grupal. La empresa vertical aprende cuando aprende su cabeza. Entonces, una empresa que no sirve para la expansión de sus personas tiene un problema productivo esencial, no genera confianza. El miedo mata a la confianza. Y los equipos de alta performance confían en el equipo, confían en el otro. El otro es una oportunidad.

La gestión emocional es esencial para que las emociones no jueguen encontra de lo comercial.

El primer paso para poder cambiar algo es observarlo, después medirlo , cuantificarlo, porque tenemos que cuantificar lo intangible. Y crear un norte nuevo. Tiene que ser nuevo porque sino es más de lo mismo. Porque para tener nuevos resultados tendremos que hacer cosas que nunca hicimos. Y si nunca las hicimos quizá tengamos que aprender a hacerlas. Entonces entre lo que está pasando y lo que quiero que pase, está la brecha de aprendizaje. La gestión emocional es esencial para que las emociones no jueguen encontra de lo comercial. Es la inteligencia de hacerlas jugar a favor.

Desbloqueá la expansión de tu empresa!

Para desbloquear la expansión de tu negocio tenés que deletear el paradigma de la acumulación e incorporar un nuevo paradigma: el de austeridad de acciones, hacer menos para tener el mismo o mejor resultado. Lo llamaremos: -x+ (menos por más)El paradigma de acumulación tiene como principal bandera el esfuerzo.Si querés algo debes esforzarte para lograrlo. Conozco muchísima gente que se esfuerza muchísimo y no logra lo que quiere.El paradigma de austeridad, no garantiza que logres nada, pero la austeridad tiene como bandera, la efectividad. Entonces, en este paradigma, buscaremos ahorrar pasos para llegar a la meta y eso nos hará más efectivos. La observación y reflexión de las dinámicas productivas de la empresa, son la clave para poder aspirar a mejorarlas o cambiar de raíz.El paradigma de la austeridad es en esencia evolutivo porque crea círculos viciosos que nos tienen en movimiento permanente. El movimiento es vida. Sin acción no hay empresa. Y las empresas son organismos vivos. 

La cultura del esfuerzo genera más frustrados que exitosos.

La búsqueda del camino de la austeridad tiene como pieza esencial al aprendizaje. El aprendizaje nos mantiene el cerebro alerta. Y como siempre podemos ser más efectivos, el aprendizaje es constante. Lo nuevo estimula, el contexto emocional del aprendizaje es de ebullición lo que produce fertilidad para generar negocios sanos. Cerebro alerta, campo emocional positivo dos claves para mejorar tu performance emprendedora. La cultura del esfuerzo tiene una connotación muscular, de tensión muscular, el esfuerzo es tenso, de ceño fruncido, dientes apretados y hombros contracturados. Una cultura de falsa autoexigencia que termina por castigarnos cuando no logramos los resultados. Entonces llega la consagración mística del paradigma del esfuerzo: el sacrificio.La cultura del esfuerzo trae una idea bastante destructiva que lleva a la frustración: “ como yo me esfuerzo, como yo me sacrifico yo me lo merezco.” 

  Es un loop de esfuerzo, sacrificio, frustración, bajón, esfuerzo, sacrificio, frustración, bajón. Esto lleva a las organizaciones a ser un olla a presión emocional que no hay forma que termine bien. Para esto la gestión de las emociones debe ser más precisa y atenta. Pero, antes de eso tenemos que pensar desde dónde pensamos. Desde qué paradigma? Quiero creer que estamos de acuerdo en que abandonar un modelo mental arraigado para crear uno nuevo, es un desafío mayúsculo, con una curva de aprendizaje difícil de estimar.Toda esta dinámica de transformación trae un entramado mulitfocal para hacer, porque saltar de la zona de confort a ser un aprendiz de los resultados que querés generar es aceptar navegar en los mares de la incertidumbre. Teniendo claro que en el paradigma de la austeridad, cuando sientas estado de comodidad, es hora de elevar los estándares y otra vez ir por más efectividad.

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Esforzarse no es productivo.

La cultura del esfuerzo se basa en acumulación, tu empresa necesita mayor efectividad.

– Cómo estás? le pregunté a un prospecto que me había citado en su empresa.

– Cansado de tanto remar, estoy como Popeye, con los antebrazos, así de grandes (mientras así el gesto con una mano) estoy cansado de remar en dulce de leche.

Será esta la síntesis para describir la cultura del esfuerzo? Desde ya, todos nos criamos en ella o al menos la conocemos por frases como: “tanto esfuerzo para nada” Así que, es sano empezar a sacar de la transparencia lo que hacemos y cómo lo hacemos bajo la idea fuerza del esfuerzo.

Vamos a poner sobre la mesa a una serie de creencias enquistadas en la cultura de los negocios, porque es hora de cuestionar su efectividad. Es preciso sacar del transfondo de obviedad al esfuerzo. Y qué entiendo, yo, por transfondo de obviedad?; es dejar de creer que lo que es obvio para mi, también lo tiene que ser para otro. En la teoría, es fácil de asimilar, tanto que hasta parece una pavada hablar de esto, pero en la práctica, todos caemos en dar algo por obvio y luego llevarnos la sorpresa que para los otros no era tan obvio. Invocamos al sentido común! Como santo ajusticiador de conversaciones. Quién no usó o a quién no le dijeron: «usá el sentido común». El problema, mejor dicho el gran problema de invocar al sentido común es que no hay nada más hueco que el sentido común. No hay nada menos común que el sentido que le damos a los hechos. Pero, no me quiero ir de tema, ya me ocuparé del sentido común las próximas semanas. Hoy, sólo lo tomamos en la categoría obvio que no es obvio. Espacio que comparte con el esfuerzo.

Yo he trabajado en agencias de publicidad, desde fines de los años 80, en Ayer/Vazquez, allá por 1991, era parte del equipo creativo junior de la agencia. Pero, teníamos desafíos interesantes como la comunicación de las nuevas estaciones de servicio de YPF, alguna bodega y Hitachi que hacíamos piezas divertidas. Pero, el punto es que trabajábamos 12 horas como si nada. Se ha llegado a dormir en la agencia. Recuerdo que era algo común en muchas agencias de Buenos Aires, de los 90. Yo tenía amigos en otras agencias y a todos como que en cierto punto nos gustaba esa exigencia de agencia grande. Te diría que en algún punto nos jactábamos que para tal campaña habíamos vivido jornadas de 14 hs. Así, como los músicos se regodean en la cantidad de horas que les lleva grabar un buen disco. La cultura del esfuerzo postula que todo buen trabajador debe estar dispuesto a trabajar mucho. “como se esfuerza ese muchacho, trabaja de sol a sol” dirían las abuelas orgullosas de sus yernos laburadores.

Cuando yo era chico, mi madre me contó una historia sobre la productividad que me llevo tiempo absorberla, era la historia de dos vecinos, uno de ellos está sentado, en la puerta de su casa, en una mecedora, entonces pasa su vecino y le dice:

– descansando?!

– no, estoy trabajando.

Al día siguiente, el que se mecía en su silla, trabajaba en su jardín, cavando, plantando, combatiendo plagas, removiendo tierra, cuando su vecino, le dice:

– trabajando?!

– no, descansando.

El esfuerzo debe materializarse a la vista del ojo humano.

Para la cultura del esfuerzo, el esfuerzo debe materializarse a la vista del ojo humano. Una persona pensando no se está esforzando, es imposible que esté trabajando. Una persona que despeja la cabeza arreglando su jardín, está descansando cuando su trabajajo está en la cabeza. “Hay que agarrar la pala y la carretilla” sería una de las frases de cabecera de ésta cultura. El esfuerzo tiene características acumulativas. Por eso, en la cultura de las agencias de aquellos años era común, pocas agencias, trabajaban para ser más efectivas en esa época. Recuerdo, que Lautrec media hasta cuántas veces sonaba el teléfono, pero Ayer/Vazquez era Vietman. Agencias que formaban partes de redes globales, o sea a sus socios, también le parecía normal, les resultaba efectivo.

Trabajé junto a un cliente de la industria alimenticia, que casi todos los días le debía pedir a sus equipos de planta que hicieran horas extras para cubrir la demanda de pedidos. Detalle importante: horas extra que se pagaban. Y así y todo, generaba malestar entre los empleados. Y era natural que eso pasara. Entras a trabajar a las 8 de la mañana, madrugaste, cuando llegan las 5, te querés ir a tu casa. En este caso todos se esforzaban por más. La empresa porque tenía más ventas, hacía trabajar más a su gente de planta que trabajaba más, pero también ganaba más. No llegamos con la producción, agreguemos horas de trabajo, cultura acumulativa, en vez de observar procesos y dinámicas, acumulamos más tiempo, invertimos más dinero, todos se esfuerzan. Y ninguno feliz. Entonces?

Son las paradojas de una cultura poco efectiva que se basa en hacer más para poder hacer mejor.

Si no aprendemos a hacerlo diferente, a pensar diferente, nos pasaremos tres reencarnaciones esforzándonos más y más.

El problema crucial que tiene esta premisa es que si no aprendemos a hacerlo diferente, a pensar diferente, nos pasaremos tres reencarnaciones esforzándonos más y más. Y ese es otro problema, cuando la cultura del esfuerzo no tiene resultados, te pide que te esfuerces más. La cultura del esfuerzo tiene buenas intenciones. Pero, lo que valen en los negocios son los resultados. Y si te esforzas más pero seguís con la misma mirada del mercado, con la misma mirada de tu emprendimiento, con la misma mirada sobre el futuro, con la misma capacidad generativa, trendrás más de lo mismo. De qué manera podes generan resultados diferentes haciendo más de lo mismo? Fuera del azar, ninguna posibilidad.

Te podrá ir un poco mejor, un tanto peor. Pero, serán más o menos los mismos resultados.

Esencial: cuando emprendes nuevas metas, aún no estás preparado para cumplirlas. Si lo estuvieras ya lo habría hecho. Ya serían logros tuyos. Caen al año, en todo el mundo, se funden emprendimientos y negocios con objetivos razonables. alcanzables de gente que se esforzó mucho, pero muchísimo. Entonces? Que si nos ponemos la pilas, que si nos dejamos de joder, que si nos esforzamos más los vamos a lograr. Voluntarismo puro. Todos nos reímos del “tu puedes” como arquetipo del gurú milagroso, pero basar un objetivo comercial en: me voy a poner las pilas es una locura o de pronto te volviste un millenian? Estamos hablando de negocios. La cultura del esfuerzo es una cultura intangible. No se puede medir. Y no se puede medir porque todos tenemos estándares diferentes sobre lo que es esfuerzo o esforzarse, pero también tenemos otro componente no menor: el contexto. El contexto en el que yo me esfuerzo. Es decir, todo lo que me pasa y cómo interpreto que me pasa y como estoy en general. Ninguna persona tiene una performance impecable, todos tenemos altos y bajos. Tanto para habilidades efectivas como para nuevas competencias a adquirir, la evolución no es permanente, nuestro camino de aprendizaje tiene hasta retrocesos, por eso para mi: el compromiso con el aprendizaje es esencial, aún por encima del compromiso con nuestra propia visión de futuro. Yo puedo estar muy comprometido a hacer realidad mi visión de futuro. Pero, no capacitado. Entonces? El compromiso con el aprendizaje es fundamental.

El esfuerzo no cotiza en bolsa.

La cultura de esfuerzo se basa en el esfuerzo. O sea, es una cultura que se basa en un intangible. Una cultura que encolumna sus acciones detrás de una interpretación individual. El esfuerzo es una interpretación que yo le doy a una acción o un conjunto de ellas.

También puedo darle la interpretación a un período determinado de tiempo, “con todo lo que me está pasando y lo que me estoy esforzando” El esfuerzo es una cultura emocional. El esfuerzo es una interpretación, ocurre en nosotros. El esfuerzo no cotiza en bolsa. Es una cultura emocionalmente estresada, víctima del esfuerzo constante. Es quejosa, porque siempre hay que esforzarse más. Y esa carga emocional que tiene el esfuerzo es una mochila que nos aleja de nuestra mejor versión empresaria. Cuando un deportista no está en su mejor versión, es notorio. Cuando vos no estás en tu mejor versión se nota en tus resultados, porque son menores de lo esperado, o no son los esperados, o bien porque te tenés que esforzar más para llegar a los mismo. O lo que es peor, no poder volver a repetir un pico de facturación, sabiendo que pudiste hacerlo. En estos casos nos generamos un loop emocional de porquésiyomeesfuerzotanto!? y nos esforzamos más y otra vez no tenemos los resultados esperados. Lo que te separa de los resultados que no estás pudiendo tener lo ignorás. Sino ya estaría pasando. Entre lo que quiero y lo que pasa,está mi brecha de aprendizaje, todo lo que me separa de mis objetivos es aprendizaje. El buen emprendedor siempre está aprendiendo. Mi amiga Edda Díaz, pedazo del teatro argentino, me dijo: “sigo yendo a ver teatro para seguir aprendiendo” “Siempre algo aprendes”.

Y es así, y más cuando los contextos de los negocios son de cambio permanente, podríamos decir que los mercados son mutantes, nunca sabemos en qué se van a transformar o bien, qué va a pasar. Lo que funciona hoy, en dos años quizá ya no.

De ahí, un poco, la idea de la start up, soluciono un problema de los usuarios y ya

Recuerdo un gran episodio de Seinfeld, de la época que George Constanza trabajaba para los Yanquis de NY. En ese capítulo, su jefe lo cree preocupado, estresado, lo ve golpear una carpeta contra la pared y asiente con su cabeza esa actitud. Claro, no es la vida real, pero es una gran parodia de la cultura del esfuerzo, una persona estresada es una persona ocupada. Tener cara de tujes y mal humor, lamento decirlo: no garantiza mejor resultados.

Existe un colapso productivo que genera no tener los resultados esperados después de esforzarnos mucho, la cultura del esfuerzo no tiene gran efectividad para resolver la adversidad, porque cuando las cosas salen mal, propone más de lo mismo, más esfuerzo.

Si sos emprendedor o empresario, que para mi son lo mismo, pero hay empresarios que no se consideran emprendedores, como si fuera algo digno de genios o de ideas de poca estructura. Pero, bueno si estás haciendo negocios, si estás al frente o sos líder de una organización, para estar en buen nivel de perfomance laboral es preciso desarrollar una alta efectividad en relación a la adversidad, alta efectividad en un dominio esencial: la capacidad de respuesta frente a lo adverso. Es como para los tenistas tener un buen primer saque que garantice ganar el 70% de los puntos con él.

Más esfuerzo es una sobrecarga emocional, es alejarnos de nuestra mejor performance. Y sino no estamos en buen nivel de gerenciamiento, nuestro liderazgo no tiene las respuestas esperadas, cómo podemos aspirar a tener mejores resultados? Redoblar esfuerzos, en una situación así, puede ser cortar el cable equivocado, como en una película policial y acelerar el cont down.

El estres produce diferentes efectos en nuestro cuerpo, uno de ellos es la respiración corta. En ese nivel de respiración no existe reflexión efectiva. El cerebro necesita más óxigeno. Bajar la respiración a niveles del ombligo, es decir que aire llegue hasta ahí cuando inhalo, baja las pulsasiones. Es una alerta interesante para la performance cotidiana. Fácil de hacer. Es algo natural, cuando corremos y no estamos en estado, pasa lo mismo, nos ahogamos, tenemos que respirar profundo las veces que sea necesaria para equilibrarnos. Digamos, no es algo zen, ni mágico. Y hacerlo es muy práctico, impacta en la emocionalidad.

Podría rescatar una cosa de la cultura del esfuerzo: La actitud.

Es una cultura loable. Pero, si tomamos la actitud de la cultura del esfuerzo y la usamos en favor del aprendizaje generamos una revolución en nuestros negocios.

Claro, no es algo declamativo, no es una afirmación dicha de manera convincente frente al espejo del baño, tampoco es jurarlo por Dalma Y Yanina que lo vamos a lograr.

La cultura del aprendizaje es la contra cultura del esfuerzo, es el paradigma de la evolución y la efectividad.

El camino de la efectividad no es de un día para el otro. Fundamentalmente porque debemos dejar hábitos no productivos, hábitos no efectivos, debemos desandar una cultura y también una forma de hacer, de ser, porque los hábitos hacen nuestro ser. Y porque, nuestra forma de ser es un hábito. Esto lleva tiempo. Impredecible. Nunca sabemos cuánto nos puede llevar un cambio así. Una transformación así se nota en el aire pero generar hábitos, dinámicas y procesos sostenibles demanda tiempo.

Pero, el primer ROI de cambiar de paradigama es que la cultura del aprendizaje, desde el día cero se involucra para transformar realidades, no se refugia en excusas, ni se victimiza en crisis, la cultura del aprendizaje aprende de las circunstancias. Lo que genera un cambio emocional que es esencial para formar un ecosistema más efectivo, más productivo. Y aumenta la capacidad de respuesta frente a las circunstancias, tanto colectiva, como individualmente.

La cultura del aprendizaje es la contra cultura del esfuerzo, es el paradigma de la evolución y la efectividad.

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Prueba

Desmontando a un coach.

Existen los monstercoachs! Aliados de los Monsters in the company.

Los falsos profetas.

Los monsterscoach están cada día en las redes, inundan de frases grandilocuentes  Instagram, YouTube y, sobre todo, TikTok. Invitan a emprendedores y a empresarios a desafiar los límites, a ir detrás de sus sueños. Esta especie de gurús que nos ilumina el camino abunda. Parados sobre un pedestal de voluntarismo, dan recetas trilladas pero, para sorpresa de Steve Jobs, que los ve desde el más allá, están llenos de likes y de seguidores. “Nunca te rindas”, dice el título de una foto de un café con leche, junto a un jugo de naranja, de un desayuno de campeones. Son las 7.45 y te cuentan que se despertaron a las 5, que meditaron, que salieron a correr, que tendieron la cama, que se lavaron los dientes con la mano que no usan de manera frecuente, que chequearon sus inversiones, que leyeron tres libros, que baldearon la vereda, que llevaron a las bendis al colegio, que se dieron una ducha fría y que ya están prestos para enfrentar una jornada llena de desafíos. Mientras el rebaño recién está apagando el despertador, ellos son felices y están llenos de energía.

Esta mirada no es generalizada. De ninguna manera apunta al ciento por ciento de los coaches. Yo estudié, me gradué y obtuve logros extraordinarios como coach. Esto no es en contra del coaching ni de ninguna de sus variantes, es contra los chantas. El coach ontológico pierde con los abogados en las semifinales de los profesionales más defenestrados. 

También hay psicólogos que se volvieron monsterscoach. Chantas de muy diversas profesiones.

El personaje que interpreta Ezequiel Campa en su canal de YouTube, Santiago Noestudiénada, chamán urbano y DJ, es la máxima expresión del coach chantún, del entrenador de vida, del capacitador energético de seres sintientes. Lo increíble es que cuando miro los videos de Santiago Noestudiénada, me parecen exagerados. Pero cuando miro los videos de los iluminados que vienen a traernos el bien, a través de cinco tips, para cambiar nuestra vida en un minuto, o cuando escucho lo que dicen o cómo lo dicen, me parece que Ezequiel Campa se queda corto.

Estamos hablando de negocios y estamos hablando de personas que venden servicios y de otras que los compran. Este tema, si lo desarrollamos, es un paper en sí mismo. 

Ahora, voy por otro lado. Gente adulta realizando comercio. Lo que me preocupa es la oferta del monstercoach, los profesionales de diversas disciplinas como, por ejemplo, los profesores de yoga, los personal trainers, los psicólogos, los life coaches, los counselors, los sanadores del alma y los electricistas, entre otros, todos dispuestos a iluminar nuestras vidas. Buenos y malos profesionales hay en todas partes. Acá el asunto son los ladris, y cada profesional serio podrá identificarlos mejor que una persona que no es del palo.

Tu empresa está en juego

Los peligros de esta armada de voluntaristas del cambio, militantes del aforismo, son alarmantes. El monstercoach pone tu negocio en riesgo o tu empresa en juego. El único misterio en el mundo de los negocios es el aprendizaje, basado en el compromiso, en el orden, en la disciplina, en la rigurosidad, en la creatividad, en la comunicación efectiva y en las mediciones; hay que hacer muchas mediciones.

¿Cuáles son los más peligrosos?

Esas cuentas del tipo mentalidad millonaria que publican la foto de una Ferrari con el epígrafe “Dale like si crees que serás el único millonario de tu familia” son riesgosas. Las manejan los monsterscoach y temo que le generan un daño cultural al mundo de los negocios. 

Tengamos en cuenta lo más básico: los negocios son para ganar dinero. Si no, no serían negocios. El reduccionismo es lo que me altera. Son bonsáis del intelecto, quieren todo chiquito. Después de los sea monkeys, son la mayor estafa que existe. Asegurarle a un iluso sin talento que puede ser millonario en cinco años a partir de un cambio de mentalidad es una crueldad. La realidad es que la mayoría fracasa en el mundo de los negocios, hasta la Coca-Cola Life fracasó. Nadie tiene nada garantizado.

Los negocios en cualquier escala pueden salir bien, mal o más o menos. No hay muchas más vueltas.

Estas pirañas suelen atacar cuando huelen dinero en el bolsillo, nunca regalan su conocimiento a barrios carenciados para que la mentalidad millonaria se expanda a todas las clases y crezcan los mercados, la competencia, y ganemos todos, no. La oferta está dirigida a personas que andan a la deriva y que tienen un dinerito ahorrado, que luego se diluye en los cursos y honorarios de estos seudoprofesionales, también en las inversiones sugeridas por estos baluartes de la nada.

El monstercoach usa su conocimiento para sentirse importante. Esta herramienta es fundamental. Por tal razón, su incorporación debería ser la dieta más saludable para nutrir la lucidez a la hora de hacer negocios.

Pero quienes vendemos servicios no podemos pararnos en el pedestal de nuestro conocimiento ni ubicarnos por encima del cliente o prospecto. Esos videos que empiezan diciendo: «¿A qué edad te diste cuenta de que…?» son de lo peor. Si Gandhi viviera y los viera, arrojaría su smartphone contra la pared.

El conocimiento es un puente, no un pedestal. Tampoco es un respaldo; es un camino de unión, tanto hacia quienes saben de lo que hablamos, como hacia quienes no tienen ni idea. Un puente de comunión, eso es el conocimiento. La petulancia no es tierra firme para compartirlo.

Quizás el gen de este metaverso de chantas digitales debe su origen a los pastores electrónicos de los 90.

5 formas de identificar a los monsterscoachs.

  1. Siempre te dan ánimo.
  2. Les encanta postear frases de sobres de azúcar.
  3. Son muy cool. Tienen vidas hermosas, siempre.
  4. Te dicen que para ser más efectivo debés pertenecer al club de las 5.
  5. Te recomiendan, como Susana Giménez, que no cuentes tus proyectos. 

El voluntarismo es una peligrosa corriente que basa su efectividad en la fuerza de voluntad. Son las aguas en donde navega con solvencia el monstercoach. Son los mares de la creencia: “Si puedes desearlo, puedes lograrlo”. “Piensa que el universo conspira cuando quieres lograr algo”. Pero, cuando llega la inspección de impositiva, el universo, ese día, da parte de enfermo.Dar ánimo es una característica fundamental de los monsterscoach, estas almas maestras de las que no somos dignos. “No te rindas, no bajes los brazos”, te dicen, como si no fuera inteligente abandonar un camino estratégico que no conduce a obtener resultados.

Los monsters pueden llegar a tu empresa como salvadores.

El gran desafío es agudizar la mirada, escuchar más tranquilos para poder diferenciar a los buenos de los malos, a los chantas de los decentes, porque las arenas movedizas que tenemos que atravesar son peligrosas.Estos personajes poseen carisma y usan las mismas palabras que un profesional honesto. Lucidez también es elegir a quién le otorgamos la autoridad, de quién tomamos herramientas y qué herramientas para incorporar a la gestión.