El Monster más peligroso es el que nos quiere hacer controlar todo. Estar encima de todo. Querer tener la última palabra en todo. Creer que si no estamos en todo las cosas no funcionan o salen mal. Control.
El control es como una droga de alta adicción, porque cuanto más controlás, más necesitás controlar. Nunca alcanza. Siempre necesitamos controlar más. Y más.
En el paradigma del control no hay confianza.
El control es lo opuesto a la confianza. El gran problema que tenemos acá es que la confianza es fundamental para elevar los estándares de productividad, para crecer, para expandir el negocio. La confianza cotiza en bolsa, la confianza es esencial. Pero, el afán de controlar la espanta. El segundo problema es que el control invalida al otro. El control no ve al otro como un legítimo otro. Porque el control no confía, hace a las personas de tu equipo dependientes de vos.
El controlador termina controlado por la necesidad de control. El control te controla y te hace controlar. Ser esclavo de un hábito nocivo para el bienestar productivo de tu empresa en una dinámica autodestructiva que se paga con rentabilidad y salud.
Soltar no es algo hippie. Ni zen. Soltar es confiar.
Es crear equipos empoderados. Personas empoderadas. Solar es crear líderes. Individuos que crecen, equipos que crecen. Soltar en elevar estándares de rendimiento. Soltar es mayor rentabilidad. Soltar no es manejar la empresa por control remoto. Soltar es recibir reportes. Es supervisar, que es muy diferente a control. Supervisar es un ítem dentro de una dinámica. El engranaje de un equipo coherente y coordinado. Supervisar es alejarse un paso y mirar con mayor perspectiva el negocio que liderás. Con ojos de director de orquesta vas a llegar más profundo que estando encima, vas a tener resultados asombrosos porque explotar la destreza de cada una de las personas de tu equipo, del equipo del que sos parte, aún siendo head staff. No sos vos más 10 más. Sos parte de un equipo que es una red de compromisos, con roles claros y objetivos específicos, tanto individuales como colectivos. Y vos sos parte de esa red.
Esa distancia te da mayor lucidez. Mayor creatividad. Mayor escucha. Mayor energía.
El miedo es lo contrario a la confianza.
El ojo del amo engorda el ganado no es más que una frase obsoleta, emblema de la empresa tradicional, verticalista, líder dependiente. Es un estandarte del “yo solo no puedo pero con los demás tampoco”. Es una justificación para acallar lo que realmente pasa, el miedo.
El miedo es la base emocional de la líder-dependencia. El miedo es lo contrario a la confianza. En la propia y con los demás. El miedo genera una mentalidad restrictiva, limitante, contenida, amarreta. El miedo opaca a las personas, porque no hay confianza.
Un equipo que se mueve por el miedo implantado, es un equipo limitado.
La confianza es la tierra fértil de la mentalidad expansiva. Es la casa de la creatividad.Es nuevas miradas, nuevas acciones, es expansión y vuelo.
El fracaso de la fuente hace que, en lugar de buscar una nueva fuente de poder, intentes revivirla haciendo más de lo mismo pero potenciado. El que alguna vez encontró en su carisma mucho resultado cuando deja de surtir efecto, lejos de buscar una fuente alternativa insiste con la fuente malograda. Nos volvemos fundamentalistas de algo que ya no existe. Y como la fuente original ya perdió poder, la nueva produce menos resultados. Y se crea un loop infinito que nos puede llevar a lo más profundo del infierno antiproductivo.
Como decía en el posteo “Procrastinando ando” procrastinar es despilfarrar dinero porque procrastinar nos aleja de la rentabilidad. No salir de la zona de confort, no gestar nuevas habilidades que nos empoderen, no pensar nuevos caminos, nos lleva insistir en encontrar
poder en una fuente que ya no nos genera poder. Esta testarudez nos aleja de la efectividad, de la productividad, de la innovación, de la creatividad, del siguiente escalón, de nuestra mejor versión y creamos una gestión bonsai, limitada y si nada de vuelvo. Estamos parados en arenas movedizas y quedarnos quietos nos hunde sin más remedio.
Volviendo a la frase que da título a este posteo, ésta encierra una atroz mirada de la empresa: El amo. Aunque sea una metáfora, en la práctica sea hace realidad y es cuando los equipos de trabajo no son más que ganado al que hay que estarle encima para que se muevan, pues la mala noticia es que si empujas un auto es porque no funciona. Lo mismo aplica con tus equipos de trabajo.