La cultura del esfuerzo se basa en acumulación, tu empresa necesita mayor efectividad.
– Cómo estás? le pregunté a un prospecto que me había citado en su empresa.
– Cansado de tanto remar, estoy como Popeye, con los antebrazos, así de grandes (mientras así el gesto con una mano) estoy cansado de remar en dulce de leche.
Será esta la síntesis para describir la cultura del esfuerzo? Desde ya, todos nos criamos en ella o al menos la conocemos por frases como: “tanto esfuerzo para nada” Así que, es sano empezar a sacar de la transparencia lo que hacemos y cómo lo hacemos bajo la idea fuerza del esfuerzo.
Vamos a poner sobre la mesa a una serie de creencias enquistadas en la cultura de los negocios, porque es hora de cuestionar su efectividad. Es preciso sacar del transfondo de obviedad al esfuerzo. Y qué entiendo, yo, por transfondo de obviedad?; es dejar de creer que lo que es obvio para mi, también lo tiene que ser para otro. En la teoría, es fácil de asimilar, tanto que hasta parece una pavada hablar de esto, pero en la práctica, todos caemos en dar algo por obvio y luego llevarnos la sorpresa que para los otros no era tan obvio. Invocamos al sentido común! Como santo ajusticiador de conversaciones. Quién no usó o a quién no le dijeron: «usá el sentido común». El problema, mejor dicho el gran problema de invocar al sentido común es que no hay nada más hueco que el sentido común. No hay nada menos común que el sentido que le damos a los hechos. Pero, no me quiero ir de tema, ya me ocuparé del sentido común las próximas semanas. Hoy, sólo lo tomamos en la categoría obvio que no es obvio. Espacio que comparte con el esfuerzo.
Yo he trabajado en agencias de publicidad, desde fines de los años 80, en Ayer/Vazquez, allá por 1991, era parte del equipo creativo junior de la agencia. Pero, teníamos desafíos interesantes como la comunicación de las nuevas estaciones de servicio de YPF, alguna bodega y Hitachi que hacíamos piezas divertidas. Pero, el punto es que trabajábamos 12 horas como si nada. Se ha llegado a dormir en la agencia. Recuerdo que era algo común en muchas agencias de Buenos Aires, de los 90. Yo tenía amigos en otras agencias y a todos como que en cierto punto nos gustaba esa exigencia de agencia grande. Te diría que en algún punto nos jactábamos que para tal campaña habíamos vivido jornadas de 14 hs. Así, como los músicos se regodean en la cantidad de horas que les lleva grabar un buen disco. La cultura del esfuerzo postula que todo buen trabajador debe estar dispuesto a trabajar mucho. “como se esfuerza ese muchacho, trabaja de sol a sol” dirían las abuelas orgullosas de sus yernos laburadores.
Cuando yo era chico, mi madre me contó una historia sobre la productividad que me llevo tiempo absorberla, era la historia de dos vecinos, uno de ellos está sentado, en la puerta de su casa, en una mecedora, entonces pasa su vecino y le dice:
– descansando?!
– no, estoy trabajando.
Al día siguiente, el que se mecía en su silla, trabajaba en su jardín, cavando, plantando, combatiendo plagas, removiendo tierra, cuando su vecino, le dice:
– trabajando?!
– no, descansando.
El esfuerzo debe materializarse a la vista del ojo humano.
Para la cultura del esfuerzo, el esfuerzo debe materializarse a la vista del ojo humano. Una persona pensando no se está esforzando, es imposible que esté trabajando. Una persona que despeja la cabeza arreglando su jardín, está descansando cuando su trabajajo está en la cabeza. “Hay que agarrar la pala y la carretilla” sería una de las frases de cabecera de ésta cultura. El esfuerzo tiene características acumulativas. Por eso, en la cultura de las agencias de aquellos años era común, pocas agencias, trabajaban para ser más efectivas en esa época. Recuerdo, que Lautrec media hasta cuántas veces sonaba el teléfono, pero Ayer/Vazquez era Vietman. Agencias que formaban partes de redes globales, o sea a sus socios, también le parecía normal, les resultaba efectivo.
Trabajé junto a un cliente de la industria alimenticia, que casi todos los días le debía pedir a sus equipos de planta que hicieran horas extras para cubrir la demanda de pedidos. Detalle importante: horas extra que se pagaban. Y así y todo, generaba malestar entre los empleados. Y era natural que eso pasara. Entras a trabajar a las 8 de la mañana, madrugaste, cuando llegan las 5, te querés ir a tu casa. En este caso todos se esforzaban por más. La empresa porque tenía más ventas, hacía trabajar más a su gente de planta que trabajaba más, pero también ganaba más. No llegamos con la producción, agreguemos horas de trabajo, cultura acumulativa, en vez de observar procesos y dinámicas, acumulamos más tiempo, invertimos más dinero, todos se esfuerzan. Y ninguno feliz. Entonces?
Son las paradojas de una cultura poco efectiva que se basa en hacer más para poder hacer mejor.
Si no aprendemos a hacerlo diferente, a pensar diferente, nos pasaremos tres reencarnaciones esforzándonos más y más.
El problema crucial que tiene esta premisa es que si no aprendemos a hacerlo diferente, a pensar diferente, nos pasaremos tres reencarnaciones esforzándonos más y más. Y ese es otro problema, cuando la cultura del esfuerzo no tiene resultados, te pide que te esfuerces más. La cultura del esfuerzo tiene buenas intenciones. Pero, lo que valen en los negocios son los resultados. Y si te esforzas más pero seguís con la misma mirada del mercado, con la misma mirada de tu emprendimiento, con la misma mirada sobre el futuro, con la misma capacidad generativa, trendrás más de lo mismo. De qué manera podes generan resultados diferentes haciendo más de lo mismo? Fuera del azar, ninguna posibilidad.
Te podrá ir un poco mejor, un tanto peor. Pero, serán más o menos los mismos resultados.
Esencial: cuando emprendes nuevas metas, aún no estás preparado para cumplirlas. Si lo estuvieras ya lo habría hecho. Ya serían logros tuyos. Caen al año, en todo el mundo, se funden emprendimientos y negocios con objetivos razonables. alcanzables de gente que se esforzó mucho, pero muchísimo. Entonces? Que si nos ponemos la pilas, que si nos dejamos de joder, que si nos esforzamos más los vamos a lograr. Voluntarismo puro. Todos nos reímos del “tu puedes” como arquetipo del gurú milagroso, pero basar un objetivo comercial en: me voy a poner las pilas es una locura o de pronto te volviste un millenian? Estamos hablando de negocios. La cultura del esfuerzo es una cultura intangible. No se puede medir. Y no se puede medir porque todos tenemos estándares diferentes sobre lo que es esfuerzo o esforzarse, pero también tenemos otro componente no menor: el contexto. El contexto en el que yo me esfuerzo. Es decir, todo lo que me pasa y cómo interpreto que me pasa y como estoy en general. Ninguna persona tiene una performance impecable, todos tenemos altos y bajos. Tanto para habilidades efectivas como para nuevas competencias a adquirir, la evolución no es permanente, nuestro camino de aprendizaje tiene hasta retrocesos, por eso para mi: el compromiso con el aprendizaje es esencial, aún por encima del compromiso con nuestra propia visión de futuro. Yo puedo estar muy comprometido a hacer realidad mi visión de futuro. Pero, no capacitado. Entonces? El compromiso con el aprendizaje es fundamental.
El esfuerzo no cotiza en bolsa.
La cultura de esfuerzo se basa en el esfuerzo. O sea, es una cultura que se basa en un intangible. Una cultura que encolumna sus acciones detrás de una interpretación individual. El esfuerzo es una interpretación que yo le doy a una acción o un conjunto de ellas.
También puedo darle la interpretación a un período determinado de tiempo, “con todo lo que me está pasando y lo que me estoy esforzando” El esfuerzo es una cultura emocional. El esfuerzo es una interpretación, ocurre en nosotros. El esfuerzo no cotiza en bolsa. Es una cultura emocionalmente estresada, víctima del esfuerzo constante. Es quejosa, porque siempre hay que esforzarse más. Y esa carga emocional que tiene el esfuerzo es una mochila que nos aleja de nuestra mejor versión empresaria. Cuando un deportista no está en su mejor versión, es notorio. Cuando vos no estás en tu mejor versión se nota en tus resultados, porque son menores de lo esperado, o no son los esperados, o bien porque te tenés que esforzar más para llegar a los mismo. O lo que es peor, no poder volver a repetir un pico de facturación, sabiendo que pudiste hacerlo. En estos casos nos generamos un loop emocional de porquésiyomeesfuerzotanto!? y nos esforzamos más y otra vez no tenemos los resultados esperados. Lo que te separa de los resultados que no estás pudiendo tener lo ignorás. Sino ya estaría pasando. Entre lo que quiero y lo que pasa,está mi brecha de aprendizaje, todo lo que me separa de mis objetivos es aprendizaje. El buen emprendedor siempre está aprendiendo. Mi amiga Edda Díaz, pedazo del teatro argentino, me dijo: “sigo yendo a ver teatro para seguir aprendiendo” “Siempre algo aprendes”.
Y es así, y más cuando los contextos de los negocios son de cambio permanente, podríamos decir que los mercados son mutantes, nunca sabemos en qué se van a transformar o bien, qué va a pasar. Lo que funciona hoy, en dos años quizá ya no.
De ahí, un poco, la idea de la start up, soluciono un problema de los usuarios y ya
Recuerdo un gran episodio de Seinfeld, de la época que George Constanza trabajaba para los Yanquis de NY. En ese capítulo, su jefe lo cree preocupado, estresado, lo ve golpear una carpeta contra la pared y asiente con su cabeza esa actitud. Claro, no es la vida real, pero es una gran parodia de la cultura del esfuerzo, una persona estresada es una persona ocupada. Tener cara de tujes y mal humor, lamento decirlo: no garantiza mejor resultados.
Existe un colapso productivo que genera no tener los resultados esperados después de esforzarnos mucho, la cultura del esfuerzo no tiene gran efectividad para resolver la adversidad, porque cuando las cosas salen mal, propone más de lo mismo, más esfuerzo.
Si sos emprendedor o empresario, que para mi son lo mismo, pero hay empresarios que no se consideran emprendedores, como si fuera algo digno de genios o de ideas de poca estructura. Pero, bueno si estás haciendo negocios, si estás al frente o sos líder de una organización, para estar en buen nivel de perfomance laboral es preciso desarrollar una alta efectividad en relación a la adversidad, alta efectividad en un dominio esencial: la capacidad de respuesta frente a lo adverso. Es como para los tenistas tener un buen primer saque que garantice ganar el 70% de los puntos con él.
Más esfuerzo es una sobrecarga emocional, es alejarnos de nuestra mejor performance. Y sino no estamos en buen nivel de gerenciamiento, nuestro liderazgo no tiene las respuestas esperadas, cómo podemos aspirar a tener mejores resultados? Redoblar esfuerzos, en una situación así, puede ser cortar el cable equivocado, como en una película policial y acelerar el cont down.
El estres produce diferentes efectos en nuestro cuerpo, uno de ellos es la respiración corta. En ese nivel de respiración no existe reflexión efectiva. El cerebro necesita más óxigeno. Bajar la respiración a niveles del ombligo, es decir que aire llegue hasta ahí cuando inhalo, baja las pulsasiones. Es una alerta interesante para la performance cotidiana. Fácil de hacer. Es algo natural, cuando corremos y no estamos en estado, pasa lo mismo, nos ahogamos, tenemos que respirar profundo las veces que sea necesaria para equilibrarnos. Digamos, no es algo zen, ni mágico. Y hacerlo es muy práctico, impacta en la emocionalidad.
Podría rescatar una cosa de la cultura del esfuerzo: La actitud.
Es una cultura loable. Pero, si tomamos la actitud de la cultura del esfuerzo y la usamos en favor del aprendizaje generamos una revolución en nuestros negocios.
Claro, no es algo declamativo, no es una afirmación dicha de manera convincente frente al espejo del baño, tampoco es jurarlo por Dalma Y Yanina que lo vamos a lograr.
La cultura del aprendizaje es la contra cultura del esfuerzo, es el paradigma de la evolución y la efectividad.
El camino de la efectividad no es de un día para el otro. Fundamentalmente porque debemos dejar hábitos no productivos, hábitos no efectivos, debemos desandar una cultura y también una forma de hacer, de ser, porque los hábitos hacen nuestro ser. Y porque, nuestra forma de ser es un hábito. Esto lleva tiempo. Impredecible. Nunca sabemos cuánto nos puede llevar un cambio así. Una transformación así se nota en el aire pero generar hábitos, dinámicas y procesos sostenibles demanda tiempo.
Pero, el primer ROI de cambiar de paradigama es que la cultura del aprendizaje, desde el día cero se involucra para transformar realidades, no se refugia en excusas, ni se victimiza en crisis, la cultura del aprendizaje aprende de las circunstancias. Lo que genera un cambio emocional que es esencial para formar un ecosistema más efectivo, más productivo. Y aumenta la capacidad de respuesta frente a las circunstancias, tanto colectiva, como individualmente.
La cultura del aprendizaje es la contra cultura del esfuerzo, es el paradigma de la evolución y la efectividad.